miércoles, 12 de noviembre de 2008

¿El Edu y la Cami terminaron? ¡mentiiiiiiira!


Sí, es cierto


Disculpen

Yo sé que uno en la vida conoce ciertas parejas que las tiene como de bastiones. Que gracias a ellos sigue creyendo en el Amor y que para uno si se separan esas parejas es como la confirmación de que todo era una mentira. Yo sé de un par de nuestros amigos que nos tenían a nosotros, a mí y al Edu, como una de esas parejas. Por eso me disculpo. Ahora voy a ser como superman después de rescatar a Luisa Laine de un accidente de avión, y les voy a decir que espero que esto no los haga perder la confianza en las relaciones de pareja, que estadísticamente sigue siendo la manera más segura de preservar la especie.
También les puedo confesar, por si les sirve de consuelo, que fue una terminada super tranquila, con chorrera de lágrimas pero sin pelear. Y que seguimos conversando y siendo amigos. De hecho nuestra relación telefónica no ha cambiado casi nada comparada a este último mes, cuando éramos pololos a la distancia. Total igual no podíamos tener sexo. Por eso ahora trato de no hablar por teléfono con él, pero hablamos por MSN igual.
Eso po.
Ahora si alguien quiere saber más detalles prefiero que me pregunten personalmente, porque no es nada tan evidente ni tan simple, y da para conversa larga.
Yo estoy bien en todo caso. O casi. Ayer se cumplió una semana y para conmemorar el evento me vestí entera de negro. No fue precisamente un luto, era más bien un acto poético para marcar la diferencia, porque una de las cosas que nos identificaba como pareja era que los dos nos vestimos de muchos colores y no nos gusta usar ropa negra. Y me hizo bien. Hoy me vestí de nuevo de colores y me sentí distinta.
Mis amigos de la casa y de la U han sido super apoyadores, así que sepan que no estoy tan sola.

Y Eduardo, si lees esto te quiero decir públicamente que igual te quiero más que la rechucha, y que no voy a tener ningún otro favorítono en la vida...
Rico
MUAC

domingo, 2 de noviembre de 2008

Bienvenida a Bristol, al tráfico en las calles y a los conductores de taxi lunáticos


Me fui desde Santiago a Sao Paulo sentada al lado de un tipo joven que no logré saber su nacionalidad, porque no hablaba nada. Apenas un par de monosílabos. Traté varias veces de entablar algo parecido a una conversación con él, pero fue imposible. Por suerte él se quedaba en Sao Paulo. Nos dieron un almuerzo. Había estado tratando de llamar a la aerolínea desde el sábado para preguntar si tenían comida vegetariana, pero no me contestaban. Así que pregunté cuando iba a hacer el check in de mi maleta y me dijeron que preguntara en el avión. Pregunté en el avión y me dijeron que no tenían, que todas las comidas las traían ya listas desde Sao Paulo. El almuerzo del avión era una carne picada con papas y no me acuerdo qué más. Decidí comérmela nomás, pero no duré ni dos pedazos. Igual con las papitas no era tan poca comida.
En Sao Paulo tuvimos que hacer una fila lentísima para que nos pasaran las maletas por una maquinita detectora de cosas. Después en el rato que tenía libre me hice un masaje express. Era imposible resistirse, pasabas por delante de un puesto de masaje express. Decías, no, tengo que ahorrar plata, voy a seguir de largo, y más adelante te encontrabas con otro y con otro. ¡Estaba lleno! Así que me rendí. Fue útil, sobre todo para mi rodilla.
Cuando me subí al avión al tiro pregunté si tenían un menú vegetariano de sobra y me dijeron que sí. Luego me fui a sentar a mi puesto y la tipa que iba al lado mío me preguntó si le podía cambiar de puesto a su amigo, que estaba por allá. Pero ella era brasileña y no hablaba otra cosa que portugués, y no me podía decir exactamente dónde estaba su amigo. Yo le decía que le podía cambiar, pero solo si el otro asiento también era en ventana, o por último en pasillo, pero nunca al medio. Hasta que al final le dijo al tipo que me saludara y era en ventana, así que me cambié. El tipo que me tocó al lado era un suizo de la parte alemana, edad de papá, bastante simpático, que había estado paseando por Latinoamérica con un grupo de otros suizos, con los que se ponía a conversar de vez en cuando.
Así que el viaje estuvo agradable, con un vecino simpático, comida vegetariana, pantallita en el asiento de adelante para ver lo que yo quisiera (un documental y la película Astérix en los juegos Olímpicos) y una vista espectacular en la ventana, que además en uno de los canales de la pantallita te iban diciendo por dónde estaba pasando. En la mañana me entretuve mirando el desierto del Sahara, era increíble. Pero por alguna razón este debe haber sido el viaje largo de noche, en bus o avión, en el cual he dormido menos. No sé si por el nervio o porque me dolía la rodilla o qué.
Llegamos a Zurich y ahí me compré un adaptador de mi enchufe al enchufe inglés. Luego una espera media fome a que se pudiera entrar al avión. Viaje en avión nada de especial, con un sanguchito de queso y asientos medios incómodos. ¡Y llegué a Londres! Estaba lloviznando despacito, pero no hacía mucho frío. Me costó un poco encontrar la estación de buses, porque la señalética era como discreta y había que irse por un camino donde estaban haciendo una reparación, entonces estaba todo tapado. Pero llegué bien y tuve tiempo de moverme despacio con mis maletas y mi rodilla mala, y esperar en el terminal y ponerme ansiosa porque la información de los buses era un poco confusa. Hasta que llegó el bus correcto, con un conductor muy simpático y graciosillo, con cara de roedor. Dormí un poquito en el bus y el resto del tiempo me dediqué a mirar por la ventana. Es un poco como estar llegando a Puerto Montt.
Llegamos a Bristol y estaba lloviendo. Crucé la calle y tomé un taxi. No iba a caminar con mi rodilla como venía, y además todo se veía más enredado que en el mapa. El taxista era un absoluto chiste, todo el rato ¡pero todo el rato! tirando talla tras talla, y se cagaba de la risa. Yo le entendía la mitad de lo que decía, pero me reía igual, por lo gracioso de la situación. Entremedio se quejaba del tráfico. Había harto taco, de hecho había más taco de lo que he visto después ahora que estoy viviendo aquí. El taxista se fue por un camino que no entendí absolutamente nada, y el viaje me salió como 7 lucas, cuando según la gente del hostal lo normal habría sido 4. Pero en fin. Cuando ya estábamos llegando, me dijo la frase del título.
¡Y llegué a Bristol!

F.A.Q.

¿Que cómo es la Universidad de Bristol?

Mmm, mira, es como Campus Oriente, pero MÁS.

O sea, a ver… ¿qué cosas son típicas de Campus Oriente?

Que está en un edificio viejo y bonito, el cual ha sido distintas cosas a lo largo del tiempo, antes de ser una Universidad. Bristol University es así pero más viejo (antiguo), más grande (son muchos edificios antiguos) y más bonito. Lejos.


Que es laberíntico y es muy fácil perderse hasta que te adaptas. Aquí es mucho peor.

Que la comida que venden ahí es buena pero cara. Bueno, ya se imaginan.

Y claro, es mucho más grande, medio como San Joaquín, diría yo


¿Son tan fríos los ingleses como dice la gente?

No, no son nada de fríos, son amorosísimos, al menos en Bristol que es lo único que conozco hasta ahora. Y super accesibles y comprensivos y acogedores y ofrecedores de tazas de té.
Pero son distantes. Se tocan poco, no se besan (salvo entre parejas, claro). Tienen una burbuja a su alrededor harto más grande y firme que la nuestra. Pero nada más.

¿Toman tanto té?

Sí. Y te pasan ofreciendo. O sea, en vez de "¿se le ofrece alguna cosita?" aquí es "¿se le ofrece una taza te té?" o simplemente "¿taza de té?" o si no "¿té?"

¿Llueve tanto como dicen?

Sí, más que la cresta. Pero igual que en Puerto Montt nomás. Y la gente de acá está siempre alegando que el día está horrible, que les carga la lluvia. Pobrecitos, nacieron aquí y no tienen opción. Y me preguntan cómo lo encuentro y como que me pidieran disculpas por tener un clima tan malo. Pero yo sí tuve opción, y si odiara la lluvia no habría venido… ¡y el aire es tan respirable!

¿Alguna otra preguntita?...